Las Hoces de Vegacervera forman un corto desfiladero situado al norte de León, entre los pueblos de Vegacervera (Sur) y Felmín (Norte). Descubierto hace varias décadas por los escaladores de la zona, el número y la calidad de las vías las hacen un buen lugar para visitar. Sus peculiares técnicas de escalada son un claro contraste con la mayor parte de las escuelas asturianas. Hay que advertir que por el desfiladero pasa la carretera a las Cuevas de Valporquero, por lo que es preciso ser cuidadoso a la hora de elegir vía y evitar la caida de piedras. Además, la mayor parte de las vías pueden catalogarse como de aventura, semiequipadas o completamente limpias. Apenas hay unos pocos sectores de escalada plenamente deportivos (más información en la guía de M.A. Adrados "Escaladas Selectas en la Cordillera Cantábrica", de Adrados Ediciones)
La vía que nos ocupa hoy podría catalogarse como una vía deportiva, ya que tiene un excepcional equipamiento a base de parabolts. Su apertura se la debemos agradecer a Miguel A. García, Jesús Calvo y Cristino Torío allá por 1992. El primer largo, fácil, sólo dispone de tres chapas (puede complementarse con algún fisurero), pero para los restantes sólo serán necesarias las expreses (una docena mínimo). Las reuniones están instaladas y preparadas para rapelar. Necesario llevar cordinos para las reuniones, descensores y casco, así como proveerse de doble cuerda para los rápeles. La línea de rápeles marcada en el croquis sólo es accesible con cuerdas de 60 metros. Con menor longitud, será necesario seguir rapelando hasta la primera reunión y desde allí seguir por la canal directos a la carretera (dos rápeles, instalación a mitad de canal).
La aproximación al pie de vía es evidente. Desde Vegacervera, al sur de las Hoces, aparcamos el coche justo a la entrada del desfiladero. El sector Calorros es el segundo que encontraremos en la pared de la izquierda. Buena referencia es buscar la cueva del "Tubo del Guardia" (ver croquis); a su derecha está nuestra vía. Un corto camino nos deposita en tres minutos en la base de un corto muro (III) que debemos trepar. Tras él, por una ancha vira, seguiremos hasta el hombro donde se inicia la vía.
El primer largo es una trepada diagonal a la derecha de poca dificultad (pasos de IV aislados y al final), con tres chapas disponibles. Esta tirada nos deja en un nicho donde instalaremos el primer relevo. El siguiente largo remonta el muro superior del nicho (V+) y nos deposita en una fisura con abundantes pasos de bavaresa (V+, y un paso de 6a en su parte final). Tras la fisura, remontamos un muro negro (V+) para entrar en una sección más tumbada (IV) y la siguiente reunión en una pequeña terraza. El último largo parte por la izquierda del relevo, junto a una laja suelta (precaución), con pasos de IV+ hasta un corto muro con pequeños canalizos a su derecha (V+). Tras este muro, encontramos un techo que se supera fácilmente por su izquierda (V-), y una atractiva placa de adherencia (V) para llegar a la última reunión.
Para el descenso, si tenemos cuerdas de 60, sólo necesitaremos dos rápeles para retornar al hombro. El primero nos deposita en la segunda reunión, y el segundo nos dejará unos pocos metros por encima del hombro (fácil destrepe hasta él). Volviendo por nuestros pasos, destrepamos el muro de la aproximación o realizamos un corto rápel de 15 metros aprovechando una moderna instalación a la derecha. Ahora, ya estaremos abajo, para seguir escalando o darnos un baño en el río.
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