Cuando uno escucha “escalada costera”, puede imaginar placas graníticas perfectas, cantos generosos, silencios marinos. Pero la realidad de Es Vol de Sa Gavina, en los acantilados que custodian el faro de Cavalleria, es más cruda, más hermosa y llena de matices: viento, sal, roca expuesta y naturaleza que vigila tus movimientos.
“Es Vol de Sa Gavina” es más que una vía: es una invitación. A ir más allá de las rutas típicas, a sumergirte en el carácter salvaje de Menorca, a aceptar que la escalada costera es una experiencia híbrida: técnica, mental, estética y ambiental. No es para todos, pero para quienes buscan sentir el viento en los hombros al hacer la última vía del día, este rincón puede tener nombre propio.
En AFDLI creemos que esas líneas escondidas son las que alimentan el espíritu del escalador: lo que no se cuenta en todas las guías, lo que se descubre con respeto y voluntad, que cada ascenso sea una carta al mar.
"La vida tiene muchas sutilezas crueles y manejarlas requiere mucha más audacia que los peligros de la escalada, tan evidentes".
Acceso: la aventura empieza antes de escalar
Llegar al pie de vía ya es un reto. Tras caminar hasta la parte alta del acantilado, hay que montar un rápel de unos 40 metros que te deja directamente en la base de la pared. La bajada es aérea, con el mar rugiendo al fondo y el viento marcando cada metro de cuerda. Una vez abajo, ya no hay marcha atrás: no hay cobertura, estás incomunicado, y la única salida posible será por arriba, tras encadenar la vía, o por mar, si alguien acude con barco.
La vía
“Es Vol de Sa Gavina” consta de dos largos equipados y otro tramo equipado para salir por arriba, con buenas reuniones rapelables que transmiten seguridad y permiten un descenso ordenado en caso necesario. La roca es áspera y exigente, con pasos técnicos típicos de la escalada costera menorquina. La sombra que proyecta el propio acantilado convierte este rincón en un refugio natural frente al calor de la isla, lo que permite escalar en condiciones agradables incluso en días de temperaturas altas.
Un enclave con carácter
Situado en el extremo septentrional de la isla, el faro de Cavalleria domina acantilados de hasta casi 100 metros de altura. Esa verticalidad natural ha sido reclamada por escaladores que buscan una experiencia que combine mar y muro. En la zona se equipan rutas deportivas, vías de varios largos y placas desplomadas que desafían al escalador.
“Es Vol de Sa Gavina” emerge como una línea de aventura, parte de ese paisaje que ‘casi te obliga’ a mirar hacia el vacío.
Lo que hace especial a “Es Vol de Sa Gavina”
- Ambiente salvaje: no es una pared domesticada. Roca salpicada por el mar, cantos micrados, placas finas enlazadas con secciones más abruptas.
- El elemento marino: el viento y la bruma salina son compañeros constantes.
- Exposición visual: desde algunos tramos ves el mar directamente abajo. Esa sensación de vacío forma parte del reto.
Consejos prácticos
- Cuerda suficiente: al menos 80 m, para rápel y largos.
- Dominar técnicas de rápel: el acceso no perdona errores.
- Revisar equipo: casco obligatorio (caída de piedras posible), cintas exprés y material de aseguramiento y reunión.
- Planificación: avisar a alguien antes de ir, llevar agua y material extra.
- Respeto absoluto al entorno: no dejar huella, no alterar el lugar.
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